De manera paralela al resto de figuras de protección de los signos distintivos, pueden ser consideradas como marca todos aquellos signos que puedan ser objeto de una representación gráfica, como las palabras, incluidos los nombres de personas, los dibujos, las letras, las cifras, la forma del producto o de su presentación, con la condición de que tales signos sean apropiados para distinguir los productos o los servicios de una empresa de los de otras empresas.

En este sentido, la Marca de la Unión Europea despliega sus efectos en la totalidad del territorio de la Unión Europea, y tiene carácter unitario; es decir, sólo puede ser solicitada y, en su caso, concedida para todo el territorio de la Unión Europea. Por lo que con una única solicitud, y una tasa de mantenimiento única, se logra la protección en el territorio completo.

Esto permite, no sólo una solicitud más sencilla, sino también una óptima gestión de los pagos de las anualidades para el mantenimiento de la marca, que se realiza también de manera unificada, en vez de tener que realizarlos de manera independiente en los países en los que se tiene la protección.